08.03.2012 por
Cada año suelen preguntarnos, "¿cómo habéis elegido el tema?". Podríamos haber creado una mitología diciendo que nos vamos una semana entera a Nólsoy, una de las Islas Feroe. Allí nos espera una chamán que nos guía por un camino de psicotrópicos (principalmente peyote) que desembocan en una serie de performances que grabamos en vídeo. Luego envíamos esos vídeos a Canadá, donde nuestro amigo (del que sólo podemos decir que se llama Brian) coge todos los frames impares y construye un relato libre que envía por correo a una amiga en Madrid (de la que sólo podemos decir que se llama Silvia), y entonces ella graba la mitad de las palabras de Brian y las envía de vuelta a Sevilla donde una persona las transforma en galletas para perros. Entonces, un caniche, del barrio de la Macarena, las olisquea hasta finalmente escoger sólo una. Podríamos contarlo así. Pero en realidad es mucho menos épico, mucho más mundano.
Este año iniciamos el proceso de selección del tema como un juego. Se llamó Youfest!. Invitamos a nuestros colaboradores más cercanos para que respondieran a la siguiente pregunta: ¿Qué harías si pudieras decidirlo TODO en torno al Festival? Las respuestas fueron variadas y de alguna manera, en todas subyacía la idea de seguir usando el festival como espacio para el aprendizaje, para compartir cultura, para experimentar con los contenidos. Ese proceso fue sintetizado, transformando dichas ideas (amplias) en posibles imágenes y temáticas.
Llevamos tiempo tratando de huir de la (auto)imposición de plantear temas nuevos que nos obligan a poner en marcha una maquinaria de investigación, producción y dedicación que requiere de unos tiempos que entran en conflicto con el que exige el formato festival. Por ello, en los útimos años hemos tratado de proponer contextos en los que seguir ahondando en los temas en los que ya estábamos (procomún, remezcla, educación, audiovisual, etc). Existía la intuición interna (y algunos antecedentes como la charla titulada “En qué la cagamos” en ExtraRadio o el encuentro Gestionar Jugando) de intentar profundizar en los aspectos más afectivos de la idea de compartir, de convivir. Porque al fin y al cabo, compartir es un acto de amor. Y así surgió la poética idea de construir una licencia imposible. Una licencia para compartir no legal. Y recordamos a Nina Paley y su “Licence to love”. Y surgió la palabra COPYLOVE. COPYLOVE, Procomún, amor y remezcla.
Partiendo de ese proceso y poniendo el concepto en manos de personas amigas que nos ayudan a pensar, COPYLOVE fue adquiriendo una potencia como lugar de investigación-aprendizaje sobre modelos de subsistencia que ponen en el centro la vida. Para acotarlo de alguna manera, y tratando de seguir profundizando en las relaciones indisociables que se tejen entre procomún y amor, empezamos a poner el foco en cómo funcionan comunidades en las que tan importante son los cuidados, los afectos, las interdependencias, como los recursos que se producen y se comparten. O lo que es lo mismo, hacer visibles prácticas y modos de hacer que quedan invisibilizados porque las acabamos entendiendo como "naturales". Así surgen las Residencias Copylove.
Fue en ese punto cuando nos dijimos, ¿Qué o quién representa mejor que nadie los procomunes invisibles? ¿Quiénes son las personas que nos han enseñado que compartir es un acto de amor desinteresado, mucho más allá de leyes? ¿Quiénes han soportado históricamente, y lo siguen haciendo, el peso de nuestras vidas, haciéndolas no sólo posibles, sino dignas de ser vividas? Y estuvimos de acuerdo: las madres. “La idea de juntar a todas las madres del mundo”; “Hagamos una convocatoria y pidamos fotos de madres”; “¿Y por qué no nuestras propias madres?”; “¿Y por qué no una copia de los carteles de película de los 70 en el que nuestras madres son la protagonistas de una historia?”. Ricardo recopiló las fotos y Pablo Vallejo hizo esta maravilla (inspirada principalmente en Drew Struzan y que finalmente ha adquirido cierto parecido involuntario con los carteles que anuncian las Fiestas de la Primavera).
“Nuestras madres nos enseñaron que la vida es un campo de batalla. La batalla: hacer la vida posible”. Esta preciosa frase podría ser el punto de partida de la película sobre nuestras madres. Una película que todas conocemos bien y que este año es la imagen de nuestro Festival.
Os invitamos a que busquéis los detalles, hay muchos y casi ninguno es gratuito.