Residencias Copylove: las raíces

09.03.2012 por Felipe G. Gil

Durante los días 22, 23, 24 y 25 de febrero celebramos la primera fase de las Residencias Copylove. A continuación os dejamos con una crónica fragmentada sobre cómo generamos el contexto para entender de qué hablamos y poder trabajar juntas.

Reír, honestidad, "comunidanizarnos", vernos, ser más (nivel medio-alto), experiencia, reparto, conocernos más y mejor, asamblea, conocer y aportar, experimentar, reinvención, algo bueno para la vida buena, amistar, risa y aprender.

Estas palabras o frases marcaron el mapa de expectaticas iniciales con las que las participantes de las Residencias Copylove se presentaron al grupo.

Historia del procomún

«Procomún es un término polisémico. Y la polisemia, en ocasiones, puede emborronar el sentido de las palabras y su potencia política. Es interesante ver el origen de los commons, las prácticas que hay detrás, lo que han dicho otras personas y entender su sentido». Son palabras de Rubén, que tras la dinámica inicial, realizó una introducción al concepto copylove (las intersecciones entre procomún y amor).

«Procomún es una traducción de commons, que históricamente hacía referencia a aquellas tierras gestionadas bajo régimen comunal que durante la economía feudal fueron el modo de subsistencia de las clases populares». Repasando un poco más en la historia y haciendo un ejercicio de síntesis que algunos considerarían como ‘osada dicotomía’ (pero que para este relato, usamos deliberadamente como licencia poética), podemos entender dos naturalezas diferentes del comportamiento humano. Según Hobbes, «el hombre es un lobo para el hombre», por tanto las personas necesitan un Leviatán (Estado o Mercado) a quien se le transfiere plena soberanía. El Leviatán evita el conflicto y da seguridad. Por otro lado, tendríamos a Rousseau, ilustrado francés que reflexionó profundamente sobre el contrato social. Según Rosseau, «el hombre es cooperativo y solidario por naturaleza, es la propia sociedad la que lo corrompe». Podríamos decir que son las instituciones formales (Estado, Mercado, Otras) las que condicionan el comportamiento comunitario; las mentalidades comunitarias se ven amenazadas o condicionadas por la burocracia estatal o el espíritu competitivo que transmite la economía de mercado.

Durante la constitución del capitalismo, los commons fueron privatizados a través de los enclosures (cercamientos) proceso que se dio (en Reino Unido) durante los siglos XVI-XVIII. La justificación de dichos cercamientos venía a manos de culpar a las personas comuneras de ser egoístas, de producir economías autónomas que no generaban desarrollo a nivel estatal. El estado y el capitalismo prometían actuar conjuntamente para alcanzar un mismo ideal: un modelo de desarrollo económico “democrático” y “colectivo”, objetivo que ponemos en crisis. Actualmente, los commons son recursos gestionados comunitariamente que tanto pueden ser materiales (recursos naturales) o inmateriales (conocimiento, información, software), por lo que pueden ser recursos limitados o ilimitados, funcionando con lógicas y modelos de gobernanza diferentes. Pero en todos los casos, es la propia comunidad la que, teniendo como objetivo la producción de beneficio colectivo e intentando evitar diferentes amenazas, establece normas para el uso y explotación de los recursos. Y, en todos los casos, se pueden dar procesos de cercamiento o “tragedia de los comunes” debido a posturas egoístas en la propia comunidad a manos de los free-riders (o gorrones), que son aquellos comuneros o agentes externos que no respetan dichas normas y que por tanto, erosionan o ponen en peligro los recursos comunes.

Una persona clave para entender la noción de procomún es Elinor Ostrom, politóloga que recibió el Premio Nobel de Economía en 2009 y que definió el procomún como «comunidades activas de gestión de recursos que generan beneficios colectivos». Ostrom ponía así en crisis esa idea de que los commons eran una cosa del pasado y que no pueden darse ya que tendemos siempre el free-rideo (o, en palabras de Hobbes, somos una manada de lobos que intentamos defender nuestros propios intereses). Tanto con un trabajo profundo de reflexión como con análisis empírico, Ostrom demostró que la cooperación y la solidaridad siguen estando presentes en la gestión de recursos naturales y gente como Richard Stallman, Yochai Benkler o Michel Bauwens nos han mostrado que esta actitud comunitaria se da de manera frecuente en el espacio digital.

Procomún es amor, amor es procomún

Asumiendo que el procomún se está instalando cada vez más como concepto en nuestro vocabulario (y por tanto en la manera que tenemos de entender la cultura y la vida), debemos pararnos a considerar un aspecto muy concreto pero muy revelador ¿genera procomún por sí misma una obra con licencia creative-commons? Según lo que hemos dicho anteriormente, no necesariamente. Porque si no existe comunidad entorno al recurso compartido, ¿de qué sirve dicho recurso?. Por tanto, para que exista procomún debe existir una comunidad. Y para que exista una comunidad se necesita amor. Es decir, procomún y amor son conceptos indisociables. Porque no existen comunidades sin lazos afectivos que de quienes escriben las normas invisibles de dicha comunidad. Y porque las normas visibles que tenemos (ley de propiedad intelectual, licencias creative commons) no son suficientes para entender el procomún.

Y por tanto el procomún y esta idea de cuidar nuestras comunidades conecta con el trabajo de los feminismos. Porque, preguntémonos ¿Quién se ha encargado habitualmente de los afectos y los cuidados en las comunidades? ¿Quién y cómo gestionan la confianza en los grupos de intereses o recursos comunes? ¿Reproducen la educación, la política, etc. actual un modelo hipermasculinizado y patriarcal? No existen respuestas matemáticas para estas cuestiones, pero en el mundo sobran corbatas y rascacielos.

Así que Copylove quiere poner la vida en el centro. Quiere que estas residencias sean una excusa para hablar de cómo funcionan nuestras comunidades, cómo cuidamos los recursos que generamos, como nos cuidamos y nos queremos. Para conocer e identificar en nosotras cuáles de estas prácticas están naturalizadas. Y, más especificamente, ¿sería posible crear una comunidad local en Sevilla que continuara el trabajo que se inicie en las Residencias?

El reconocimiento como punto de partida

Y así fue como los agentes locales involucrados en las Residencias se enfrentaron a estas dos preguntas:

  • 1/ ¿Qué relación establece tu comunidad con conceptos como procomún y afectos?
  • 2/ ¿Cuáles son esos recursos comunes y cómo se organizan?

Y estas preguntas generan otra ¿cómo vamos a compartir recursos o a generar procomún si no nos reconocemos? Al fin y al cabo la prevalencia y primacía de lo productivo sobre nuestras vidas, hace que en ocasiones consideremos menos importante aquello que en en el fondo quizás sí sea la vida. El dinero es un imperio contra el amor. Y tiempo es lo que necesitamos para vivir.

Y estas fueron las palabras para cerrar la cesión de la tarde/noche.

Reparto, espinacas, formas de hacer, rebajar la expectativa, hambre, breve, inconcluso, removimiento vital, sumar desde la diferencia, me quedo con ganas de más, ternura, cariño en el grupo, lenguaje de nivel alto, tranquila durante la jornada, merodeador, maleante, futuro, mujeres de negro, estímulo, activarse, mezcla, batidora, salmorejo.

Para la conceptualización y desarrollo de las residencias ZEMOS98 cuenta con la colaboración de Rubén Martínez y el equipo de Colaborabora.

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