Una conversación sobre procomún, amor y remezcla

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(cc) Antonio Rull

Conversación entre dos habitantes del sur (sin instrucciones de uso) cedida a dominio público y publicada en Diagonal Periódico.

–Te quiero. Pero reconozco que a veces tengo celos.

– ¿Por?

– No sé, porque supongo que el Copyleft no es aplicable a personas.

– Bueno, en el proyecto “Collaborative Futures”, dentro de los “Floss Manuals”, hay un apartado dedicado a relaciones abiertas...

– ¿Y qué dice?

– Pues que hay que establecer reglas.

– ¿Procomún con reglas? Eso me suena cómo a ponerle reglas al 15M.

– ¿Y no las tiene? Porque bien que se deja claro que si vienes con tu propia bandera o carnet es un problema identitario.

– No sé, lo bonito del 15M es su carácter amorfo, editable, mutante...¿de qué otra forma podía si no conseguirse un grado de convocatoria tan exitoso?

– Eso díselo a las Comisiones feministas de Madrid o Sevilla, que tuvieron problemas incluso para constituirse.

– ¿Ah sí?

– Bueno, es que si las reglas se llevan demasiado lejos, puede pasar que acabes emulando lo mismo que quieres criticar. En Sevilla y bajo el amparo de que había mucho material de valor, la Comisión de comunicación de la Acampada puso una valla y le pidió a todo el mundo que llevara un brazalete para identificarte. Si además querías hacer algo, debía pasar primero por la asamblea de la comisión y luego por la asamblea general...

– ¿Ahora vas a criticar también la metodología asamblearia?

– Sólo digo que si estás apropiándote de un espacio público... ¿qué sentido tiene burocratizarlo y militarizarlo?

– Lo cierto es que en Internet no pedimos permiso por hacer las cosas, simplemente te asocias libre y temporalmente con otras personas.

– Está claro que hay que construir un terreno de juego. Al final, toda relación de pares tiene reglas. Y de la autorregulación de un grupo depende que dichas reglas se escriban al mismo tiempo que son cuestionada y...

– Oye que esto tampoco es una chapa de Universidad. Mira, ahí está Kiko Veneno.

– ¿Qué hace aquí?

– Pues es un poco raro, estaba a favor de la Ley Sinde y contra la piratería pero...“con los indignados”.

– Ey Kiko...¡te quiero!

– ¿Pero qué haces?

– No sé, haz el amor y no la guerra.

– Hablemos de algo serio, por favor.

– ¿De ETA?

– No, eso déjaselo a los demócratas.

– Jajaja. Prefiero hablar de algo bonito en vez de algo serio.

– ¿Cómo por ejemplo?

– No sé, hablemos de Procomún, amor y remezcla.

– Ya lo estábamos haciendo.

– Yo creo que todo lo que está pasando en términos de sociedad civil y acción política está regenerando nuestras redes. El hecho de que los recursos escaseen debe obligarnos, no solo a compartirlos, sino también a a cuidarnos. A querernos más. Porque esas redes necesitan empatía y amor.

– Un poco hippie...¿Hablas de crowdfounding amoroso?

– Lo que digo es que el discurso del logro, del éxito, etc. es radicalmente opuesto a la filosofía que yo le presupongo al procomún. Incluso te diría que pondría en cuestión las marcas personales. La generosidad anónima no es una “nueva tecnología”.

– ¿Anonymous cultural?

– No sé, al final la gente quiere hablar de modelos de negocio y quiere saber cómo hacen los demás para hacer sostenible los proyectos.

– Ya, pero la cuestión es, ¿no estaremos primando demasiado todo lo productivo que hay entorno al procomún? ¿no es compartir nuestro código fuente algo que trasciende nuestra producción cultural?

– ¿Qué quieres decir?

– Pues que si de verdad compartes tu código fuente, no simplemente vas a decir “cómo he montado una empresa y al mismo tiempo trato de cuidar los bienes comunes”. Si no que si lo llevas más allá, tendrás que hablar de cuestiones domésticas, de los egos, de las inseguridades, de las ilusiones.... de conocernos mejor.

– Eso no vende.

– Pues no sé, habrá que hacer una Licencia para Amar, aunque sea como gesto poético.

– Ya está hecha.

– ¿Por quién?

– Nina Paley.

– Mujer tenía que ser.

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