14.04.2012 por
(cc) Julio Albarrán
Lo que vimos ayer en el auditorio del CICUS no fue un concierto al uso. Todos los convencionalismos acerca de la puesta en escena y la escucha de la música en directo se vinieron abajo. Si Tom Cary nos proponía un rock hiperpolarizado (punk, cacharrería sónica, tintes kraut y mucha distorsión), el público no se quedó cortó y ofreció una respuesta desbordada a los estímulos. Donde cabía esperar cabeceo y movimiento espasmódico, en las primeras filas se pudo ver arranques de paso flamenco, baile tántrico, ballet e incluso intentos de saltar desde el escenario. ¿Adictos al Copylove?
Esta crónica podía haberse titulado de muchas formas. Quizás ’El arte de volar’, en tributo a la aguerrida chica que intentaba una y otra vez ser sostenida por el público al dejarse caer del escenario. ’Rock a pecho descubierto’, en sentido figurado y literalmente. Los Tom Cary no esperaron ni a la segunda canción para descamisarse, sacar músculo o regar con agua y cerveza al público. Podríamos hacer un juego de palabras y sacar algo así como ’Cerveza, sudor y Málaga’ y es que a la particular forma de entender la música de esta banda, se une su peculiar sentido del humor: “En Málaga nos odian. Cantamos en inglés para que les den morcilla” o “Usamos Macs, cantamos en inglés y comemos en el McDonals. Somos americanos”.
Lo que vimos en el CICUS fue un concierto colaborativo. Excepto Pablo Garrido -batería, voces, sampler - todos los miembros de esta histriónica banda malagueña rotaron por todos los instrumentos y cantaban a voz en grito. Su propuesta transita la música de agitación de una forma poco explorada por grupos andaluces (“Este es nuestro tema de rock andaluz”, comentó desairado y socarrón Garrido al público en una de sus intervenciones). Proponen sacudidas a base de ritmos acelerados de batería, distorsiones de guitarra, líneas de bajo muy definidas y el tratamiento de voces y loopeo de un saxo a través de un pedal multiefectos (Lo que más me gustó del concierto). Puro caos e intensidad.
Desde mi punto de vista forzaron la curva de intensidad del concierto convirtiéndose aquello más en performance que en música en directo. Y ahora me explico. Mis sensaciones como espectadora fueron más un sentimiento de incomodidad e incordio que una perfecta comunión con las canciones. En mi opinión, su puesta en escena se basa más en la experiencia. Visto así, su rock de vocación incendiario funciona. Capas y capas de sonido, ruido arrollador y apabullante que te levantan del asiento.
Su repertorio orbitó en torno a sus publicaciones. Tocaron temas tanto de su primer disco, That’s Right! Clean Your Soul (Anewlabel, 2008) como de su último trabajo Las Hidden Logics (Miga, 2012), un disco de libre descarga editado por el netlabel Miga bajo licencia Creative Commons, siguiendo la filosofía de los artistas que forman este sello granadino. Por destacar algunos en ’Magic Fuckers of the noise’ se despacharon a gusto a base de aporrear instrumentos y derrochar violencia y testosterona. El baladón del grupo malagueño, ’The ballad of Tom Tom Cary’ fue una de los últimas de la noche y para entonces el CICUS ya había estallado por los aires.