Goonies del procomún

27.04.2012 por Felipe G. Gil

(cc) Julio Albarrán

Hace unos meses Jonathan Mcintosh publicaba, en un tumblr donde está recopilando referencias para su próxima remezcla ("Batman Remixed & Reimagined"), una idea muy sugerente:

«My friend, and vidder extraordinaire, Laura Shapiro recently observed that my remix video making process has a lot in common with documentary filmmaking. That is, to a large extend, I have to let the source media reveal the narrative. I spend countless hours gathering and combing through available audiovisual source material trying to construct a narrative plot from all the pieces. I definitely have an idea in my head for the topics I want to cover, the points I want to hit and the general direction I want to take the project but I’m never completely sure what I will find along the way or exactly how it will all fit together in the end. I’ve never thought of my process in exactly this way before but I think Laura is absolutely right about the documentary connection.»

Así pues, la remezcla audiovisual política es claramente un proceso documental. La única diferencia reside en que, en el documental tradicional, quién edita suele ser quién graba las imágenes. En la remezcla documental, sólo se edita (o re-edita).

Por eso es evidente que el formato de Código Fuente Audiovisual, no sólo tiene tintes de remezcla (puesto que recontextualizar el fragmento de una película, como hiciera Saioa con la escena final de "Dirty Dancing", es ya una remezcla en sí misma), sino que además supone un proceso documental. Lo que no imaginábamos era que la cultura mainstream (que deviene en cultura popular con el paso de los años) pudiera esconder mensajes esclarecedores sobre temas de lo más recónditos. Eso fue lo que hizo Guillermo Zapata. Explicarnos el procomún a través de "Los Goonies", "Wall-E" o "Abyss" entre otras.

Pero, ¿quién es Guillermo Zapata? Pues es un mentiroso profesional. Pero no un mentiroso de estos que suelen ser los malos de la peli y que te hacen sentir fatal porque te traicionan, se llevan todo tu dinero y te encaloman un crimen que no has cometido. No. Un mentiroso que juega en el bando de los que quieren cambiar las cosas. Un relector de realidades complejas. Un relator de pequeñas grandes historias. Un tejedor de relaciones imaginarias. Esto último no. Más bien, él es una jodida asamblea entera de máquinas tejedoras.

Guillermo es un tío ocurrente. Es muy entretenido y sugerente leerle en Twitter. Pero al conocerlo en persona te das cuenta de que sufre el mejor de los trastornos para quién escribe ficción: un plato ensaladilla rusa en la calle Calatrava de Sevilla es capaz de llevarnos hasta un teletransportador que nos hace viajar en el tiempo hasta la isla de "Perdidos", donde nos espera con una birra Vicente, el cantante de Tarántula, a quién hemos de convencer de que tiene que escribir un tema titulado “HTTP”. Pero al sentarnos a su lado, comienza a sonar una ténue guitarra y aparece deslizándose por el mar Nacho Vegas. Continuará. Bienvenidos al mundo de Guillermo, donde él mismo podría ser desde un fanático de la Almazuela hasta hijo de Ana Belén. Si no te fías de él, en 2005, cuando iniciaba su blog en Fílimica, ya decía que quería «fomentar (participando claro) la creación de comunidades abiertas» o que se identificaba con «el cine, la televisión y el procomún».

Guillermo usó el pasado 14 de Abril su disfraz de Robin Hood Narrativo. No es casual que alguna letra de Fundación Robo la haya escrito él. Su Código Fuente Audiovisual fue un robo al sentido original de todas las historias que compartió. Pero con cada sustracción, aportaba una nueva lectura metafórica y explicaba algo relacionado con la idea de bienes comunes. En definitiva, un patchword de ficción para entender el procomún.

Todo empieza en un viaje. Un viaje que bien podría llegar hasta el año 2033 con Guillermo leyéndole a sus hijas un fragmento de “La carta de los comunes”, ensayo editado en 2011 por Traficantes de Sueños y escrito por Madrilonia, en el que se imagina un futuro posible entorno a lo común (y los procomunes). Un viaje que regresa hasta Meliés y su visita a la Luna. Porque «Meliés entendió que la fantasía y la imaginación van de producir viajes». Y en nuestro caso, un viaje «del régimen de propiedad privada o pública, al régimen de propiedad común».

Y en ese viaje a través del mundo guillermiano, identificamos una escena de Espartaco como una oda a Anonymous. Nos reímos de Robin Hood y sus heroicidades porque el auténtico bien común es el bosque de Sherwood. Observamos como Rango asiste a un ritual costrificado donde una tortuga-alcalde traiciona a una comunidad y le hace creer que su principal recurso común, el agua, es un bien escaso que no les pertenece. Como también observamos en "Abyss" la incomprensión del ser humano al ver cómo gestionan unos bondadosos e ingeligentes alienígenas este mismo recurso, pero en abundancia.

En ese viaje también hay ejemplos de cómo ser generosos con los recursos propios sin necesidad de que intervenga el Estado o el Mercado (la trascendente donación de un órgano en "Todo Sobre Mi Madre"). Rememoramos por enésima vez que si conoces el código entonces puedes intentar cualquier cosa ("Matrix"). Enfrentamos lo colectivo ("Equipo A") al mito del genio individual ("McGyver"). Nos reímos de los estereotipos que son otorgados a los defensores del procomún: o somos unos abducidos (tipo "Los Chicos del Maíz") o somos unos mediocres que hacemos usos inadecuados de las tecnologías (tipo Buddy Pine, «el niño malo» de "Los Increíbles").

Y por último, llegamos hasta un tunel subterraneo. Un lugar que supone un alto en el camino ya que conecta con la superficie y podría detener nuestro viaje. Un viaje lleno de contradiciones y miedos. Pero un viaje que define nuestro momento. El viaje de Los Goonies. Y el viaje del procomún.

Puedes ver el Código Fuente Audiovisual de Guillermo Zapata a continuación, en una grabación de su sesión.

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